Occidente recibió, hace 20 años, la noticia de que la Historia
había terminado porque el combate ideológico entre izquierda y derecha
ya no tenía sentido... Entre todos han estimulado a la Humanidad para
que renuncie a pensar, a sonrojarse, a comprender la realidad (Almudena Grandes)
"Quien pretenda restaurar el comunismo no tiene cabeza, pero quien no lo eche de menos no tiene corazón".
La primera vez que escuché estas palabras de Vladimir Putin se me heló
la sangre en las venas. Si algún día se escribe una Historia Universal
del Cinismo, me dije, no habrá una cita mejor para el preámbulo.
Pero todo lo malo puede empeorar, así que hace poco ví una imagen que,
desdeñando la temperatura de mi sangre, me pegó un puñetazo en el
estómago. Una manifestante de Crimea, joven, guapa, enérgica, enarbolaba
un cartel donde se leía, en el mismo idioma en el que les hablo, una
vieja frase sagrada para mí: 'No pasarán'.
En ese instante, no recordé una pancarta tendida entre dos edificios de
la calle Toledo, sino la alegría con la que Occidente recibió, hace 20
años, la noticia de que la Historia había terminado porque el combate
ideológico entre izquierda y derecha ya no tenía sentido.
Ahora, mientras los rusos llaman fascistas a los ucranianos sin saber lo
que dicen, ¿qué pensarán los padres del pensamiento único? Y la
izquierda europea, que ha ido perdiendo lo mejor de su venerable
tradición para quedarse a solas con lo peor, ¿no se sonroja? Y quienes
sostienen desde hace décadas que la memoria es una pesadez insufrible y
la ideología un fósil superfluo en la era tecnológica, ¿comprenden su
error?
Entre todos han estimulado a la Humanidad para que renuncie a pensar, a
sonrojarse, a comprender la realidad. Si éste es el fin de la Historia
que nos espera, que quienes crean en algún dios vayan empezando a rezar.
Por ellos, y por todos los demás.
Artículo de Almudena Grandes
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