domingo, 30 de marzo de 2014

El fin de la hostoria

Occidente recibió, hace 20 años, la noticia de que la Historia había terminado porque el combate ideológico entre izquierda y derecha ya no tenía sentido... Entre todos han estimulado a la Humanidad para que renuncie a pensar, a sonrojarse, a comprender la realidad (Almudena Grandes)





"Quien pretenda restaurar el comunismo no tiene cabeza, pero quien no lo eche de menos no tiene corazón". La primera vez que escuché estas palabras de Vladimir Putin se me heló la sangre en las venas. Si algún día se escribe una Historia Universal del Cinismo, me dije, no habrá una cita mejor para el preámbulo.

Pero todo lo malo puede empeorar, así que hace poco ví una imagen que, desdeñando la temperatura de mi sangre, me pegó un puñetazo en el estómago. Una manifestante de Crimea, joven, guapa, enérgica, enarbolaba un cartel donde se leía, en el mismo idioma en el que les hablo, una vieja frase sagrada para mí: 'No pasarán'.

En ese instante, no recordé una pancarta tendida entre dos edificios de la calle Toledo, sino la alegría con la que Occidente recibió, hace 20 años, la noticia de que la Historia había terminado porque el combate ideológico entre izquierda y derecha ya no tenía sentido.

Ahora, mientras los rusos llaman fascistas a los ucranianos sin saber lo que dicen, ¿qué pensarán los padres del pensamiento único? Y la izquierda europea, que ha ido perdiendo lo mejor de su venerable tradición para quedarse a solas con lo peor, ¿no se sonroja? Y quienes sostienen desde hace décadas que la memoria es una pesadez insufrible y la ideología un fósil superfluo en la era tecnológica, ¿comprenden su error?

Entre todos han estimulado a la Humanidad para que renuncie a pensar, a sonrojarse, a comprender la realidad. Si éste es el fin de la Historia que nos espera, que quienes crean en algún dios vayan empezando a rezar. Por ellos, y por todos los demás.

Artículo de Almudena Grandes

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