viernes, 19 de julio de 2013

Quiero jugar, pero el patio de mi casa es de un particuar que no me deja entrar porque dice que llueve y se moja, pero sé como los demás, que miente y hace Sol y buen tiempo.

Poco sabe mentir el sabio cuando el loco sopla.
Tan loco es el iluso al pensar que se puede cambiar el mundo escribiendo,
como al pensar que al tirar los dados en el casino
resultarán sesenta y seis seises seguidos,
o que le puede tocar el gordo de la lotería dos veces en la vida.
Pero hasta al loco iluso le puede sonreir el azar,
no en vano se erige de entre todos el diablo
santo patrón profano de ésta entelequia.
¿Cuánto crédito energético-vitalicio te es prestado?
¿Cuánto de éste te es robado?
¿Quién vela por los que velan por nosotros?
¿Qué consumimos y por qué?
¿Quién consume al consumidor?
Cuando se quiere jugar mucho, antes de la muerte,
no se pretenden enemigos de guerra, más bien amigos de vida.
Es pena que para los muchos sea la vida cosa tan seria y no un tan feliz juego.



PD: Con especial dedicación al gran Carlos Fabra.

Cierro los ojos, veo la guerra.






Preámbulo [Con cada inversión en un bien que ha de reportar futuros beneficios nos exponemos eventualmente a perder lo que supuso nuestra inversión inicial además de las hipotéticas ganancias, que jamás, de darse el caso serán apercibidas.
Un comprador que adquiere una camada de cerdos con el inocente al mismo tiempo que legítimo propósito de criarlos, alimentarlos y cobijarlos a fin de obtener futuribles beneficios a partir del consumo propio o venta a terceros de la vianda obtenida.
Siendo vicisitudes ineludibles las enfermedades, intoxicaciones, defectos genéticos congénitos o epignéticos, sin olvidar los accidentes e imprevistos varios, es siempre el emprendedor en sus empresas vulnerable ante las posibilidades adversas (por muy insignificantes que se pueda lograr que estas sean) de, insisto, no obtner beneficio llegando incluso a perder lo invertido.
] /Preámbulo

Siempre hay estadísticamente alguien que fracasa en sus negocios. Si bien es cierto que algunos en mayor o menor medida que otros y con más o menos frecuencia, también es cierto que indefectiblemente algunos ganan en toda la vastedad de escenarios que se puedan dar.
El sistema bancario financiero actual se sustenta sobre la misma premisa que el sistema vasallístico. La retribución asegurada.

Si el siervo no podía hacer frente al impuesto con dinero puesto que no había logrado producir excedentes para comerciar en el mercado, proveía al señor con las reses de que dispusiera para alimentarlo a él y a los de su improductiva casta. Supongamos que el ganado moría un año por circunstancias cualesquiera, no sería de extrañar que se subsanara la deuda con las mieses, pero digamos que ese año se trataba de uno de intensa tragedia, un dramático azar, propicia que las cosechas languidezcan exangües por una plaga. De seguro encontraría el señor una ingeniosa a la vez que probablemente cruel manera de cobrarse el diezmo usurero.

Se puede extrapolar la situación a los bancos que deshaucian en caso de impago, suben el interés en caso de retardo de los pagos y reciben suculentas ayudas gubernamentales en caso de que se haya dilapidado a sabiendas el capital en el juego de la ruleta rusa de los mercados y la bolsa.

Hay alguien que siemrpe gana porque hay alguien que estadísticamente ha de perder.

A este punto ¿Sómos libres?
No, aunque sí seamos simbólicamente* libres en la mascarada del mundo.
¿Sómos, a la luz de lo anterior, remedos de nosostros mismos?
Sí, somos zombis* teledirigidos.

*símbolo - representación de cualquier cosa de manera referenciativo-alegórica por ende ficticia, mediante un lenguaje inteligible para alguien que lo percibe.
*zombi - ser humano privado, por supresión química, educativa y/o electromagnética de su potencial intelectual.