Lo que
realmente puede distinguir la lógica dialéctica de la matmática, es que en la
primera no hay nada que sea rigurosamente cierto.
Se
puede afirmar algo presumiblemente axiomático que puede contradecirse siempre
con pasmosa rotundidad.
Puede
uno afirmar que los pensamientos son intangible, cosa que aparentemente es
indiscutible. Pero si al terminar un libro de Sartre me sorprendo a mi mismo
pasando la mano por la cubierta del libro, en un acto tan inherente a nuestra
raza como tocar y palpar, podré decir que estoy tocando los pensamientos de
Sartre. Podré decir que acaricio sus pensamientos no sin extrañeza hacia lo
abtracto de la situación y lo subrealista que es esta, pese a lo real que es a
la vez que incierto.
Si
acerco la mano al cerebro de alguien, estaré tocando el campo magnético que
generan sus pensamientos. Al fin y al cabo ese campo magnético serán los
pensamientos mismos de la persona que se han transformado en energía. Esos
pensamientos que toco sin sentirlos son reales, no son manifestaciones
inexistentes. Ya que lo onírico no existe, solo distintas formas de existir,
distintos mundos y realidades, esos pensamientos que plasmó Sartre no fueron un
sueño que nace y muere, son una realidad cambiante porque se han unido a la
mía.
Y puede
que todo lo que acabas de leer, para ti, sea sólo un sueño, porque no hay nada
cierto, todo depende del prisma con que se observe.
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