viernes, 19 de julio de 2013

Quiero jugar, pero el patio de mi casa es de un particuar que no me deja entrar porque dice que llueve y se moja, pero sé como los demás, que miente y hace Sol y buen tiempo.

Poco sabe mentir el sabio cuando el loco sopla.
Tan loco es el iluso al pensar que se puede cambiar el mundo escribiendo,
como al pensar que al tirar los dados en el casino
resultarán sesenta y seis seises seguidos,
o que le puede tocar el gordo de la lotería dos veces en la vida.
Pero hasta al loco iluso le puede sonreir el azar,
no en vano se erige de entre todos el diablo
santo patrón profano de ésta entelequia.
¿Cuánto crédito energético-vitalicio te es prestado?
¿Cuánto de éste te es robado?
¿Quién vela por los que velan por nosotros?
¿Qué consumimos y por qué?
¿Quién consume al consumidor?
Cuando se quiere jugar mucho, antes de la muerte,
no se pretenden enemigos de guerra, más bien amigos de vida.
Es pena que para los muchos sea la vida cosa tan seria y no un tan feliz juego.



PD: Con especial dedicación al gran Carlos Fabra.

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